El lento predominio de la noche
«La transparencia no es un privilegio de las sustancias orgánicas. Pero las sustancias que presentan un gran potencial energético poseen una transparencia que la muerte anula (...) Proporcionalmente a su oscurecimiento, la vida entra en la muerte. Muere en la medida en que se disipa la energía solar que lleva, al modo de una antorcha. Al perder su transparencia, al ennegrecerse, lo que está vivo deja escapar al mismo tiempo una parte del sol que contiene. Los ojos, que son la parte más transparente del cuerpo, en cierto sentido también son la más sensible y en consecuencia la más viva. Son el punto de reencuentro entre la luz exterior y la luz interior. Si esta luz se escapa, se oscurecen y nada es más tocante que este lento predominio de la noche que se observa en los ojos de los agonizantes»
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